El Cabo, en Andorra, es un gran ejemplo de “arqueología experimental” al reconstruir un yacimiento destruido pero previamente excavado y trasladado a una nueva ubicación. Completan la ruta los yacimientos, necrópolis y hornos cerámicos repartidos por Alcañiz, Alcorisa, Calaceite, Caspe, Cretas, Foz Calanda, Mazaleón y Valdetormo, y los 11 centros de visitantes que albergan cada una de estas localidades y que ofrecen contenidos temáticos distintos que, en conjunto, proporcionan una visión detallada de los múltiples aspectos de la cultura ibérica bajoaragonesa. En La Iglesuela del Cid, el yacimiento íbero-romano del Morrón del Cid, es uno de los más espectaculares y de mayor tamaño de esta época que pueden visitarse en la zona, y que se suma así a esta interesante propuesta arqueológica.